jueves, 12 de noviembre de 2009

Mitos y Leyendas:El Curupi


El jesuita José de Anchieta, notable naturalista español llamado “Apóstol de Brasil” por su destacada labor misional en Sao Paulo (ciudad surgida de una misión fundada por el religioso) dice de él: ... El Kurupí o Kurupiré es un demonio menor de los guaraníes. Es un hombre pequeño, de cuero escamoso, de orejas en punta, que tiene la particularidad de tener los pies hacia atrás, es decir, avanza con los talones. Pero su principal rasgo es su miembro viril que da varias vueltas a su cintura y con el cual, desde la distancia puede embarazar a una mujer...

...a veces roba criaturas mejor si son del sexo femenino y otras llega a asesinar al cazador desprevenido que no le deja su caza, comiéndole el corazón...

De esta manera presento el mito fálico de los guaraníes, símbolo de la abundancia, de la multiplicación de la especie. La lujuria es una característica del ser humano, que no entra en celo estacionalmente como los animales, sino que vive permanentemente en actitud de apareamiento. La barrera moral que impone principalmente la iglesia, ha permitido una convivencia de respeto por el sexo opuesto. El hombre moderno se guía con reglas por él impuestas, que acepta y acata, creando una escala de valores muy útil a su vida social.

Nuestro Curupí, tiene su equivalencia en el dios griego de los bosques, los campos y la fertilidad. Este dios europeo, llamado Pan, tenía cuernos, orejas y patas de un macho cabrío, por lo tanto regía la vida de los pastores y cabreros. Su fealdad hacía que las mujeres, especialmente las ninfas (divinidad griega o romana que vivía en las fuentes, los bosques, praderas, ríos y el mar) le escaparan. Pan, conociendo la debilidad que estas deidades tenían por la música y la danza, construyó una flauta de cañas, con la cual las seducía ejecutando melodías incomparables.

En el mundo guaranítico se dice que Curupí tiene el falo tan largo, que lo enrolla en la cintura. Con él puede atraer desde la distancia a las mujeres para embarazarlas. Se lo describe como un hombre joven, velludo, de baja estatura, que deambula desnudo en la siesta por los bosques, buscando muchachas que caminen solitarias, para aplacar su lujuria. Las madres suelen asustar a sus hijas para que no se aventuren solas en la selva. Si se encontraran con Curupí, podrían quedar preñadas, y si consiguen escapar de la tentación que les hace con señas obscenas desde las ramazones, pierden la razón, teniendo a partir de ese momento ataques de epilepsia. Es torpe para desplazarse, por lo tanto se afirma que es muy fácil burlarse de él, y que además, cortándole el falo se vuelve inofensivo.

Ayala Gauna lo describe como un enano cobrizo, robusto, capaz de estrangular con sus poderosas manos, pero con un cuerpo torpe, de una sola pieza (es decir, carente de coyunturas) y los pies dirigidos hacia atrás. Es fácil burlarlo trepándose a un árbol, pues no puede subir. Tampoco puede nadar, o lo hace con mucha dificultad. En esta versión es antropófago, prefiriendo la carne de los niños y las mujeres.

Juan Bautista Ambrosetti lo relaciona con el Yasí Yateré, pues cree que es una variante de aquel, quizá debido a que en sus investigaciones recopiló que gusta secuestrar niños para lamerlos. Otros autores lo describen como guardián del monte, confundiendo su función con la del Pombero. Personalmente creo que es la canalización de la sexualidad exacerbada de los habitantes de lugares apartados o solitarios. De igual, modo los europeos utilizaron la figura del Fauno (romano) Pan (griego) o Sátiro (griego) para entender la tendencia lujuriosa de los hombres.

Curupí fue un recurso nacido con la llegada del cristianismo, donde se mezclaron las rígidas reglas morales de la nueva religión, con los antiguos saberes míticos. Fue utilizado por las madres en el área guaranítica para evitar los hijos de madres solteras, o poner freno a las muchachas ardientes, que de otro modo cargarían con numerosa prole sin padre que se haga cargo de ellos.

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